¿Qué significa motivos futiles o bajos?

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El tratamiento médico fútil es un reto acuciante para los clínicos y el sistema sanitario australiano. El tratamiento fútil puede impedir una buena muerte1 y puede causar angustia a los pacientes y sus familias, así como angustia moral a los profesionales sanitarios.2 Además, el tratamiento fútil consume recursos sanitarios escasos, negando servicios sanitarios a otros que podrían beneficiarse.3

A pesar de los años de debate, la cuestión de cómo definir el tratamiento fútil sigue sin resolverse.4,5 El debate se ha relacionado con la percepción de un conflicto entre la autonomía del paciente y la del médico, y los primeros esfuerzos por alcanzar un consenso sobre una definición de futilidad se consideraron un intento de resolver este conflicto.6 Sin embargo, el tratamiento fútil no siempre es el resultado de las peticiones del paciente o la familia, y los estudios identifican una serie de factores que contribuyen a ello.7,8

Aunque se ha conceptualizado de diferentes maneras, el tratamiento fútil se ha entendido comúnmente en dos sentidos: en primer lugar, la probabilidad de que el tratamiento confiera un beneficio al paciente es inaceptablemente baja (futilidad cuantitativa); en segundo lugar, la calidad del beneficio resultante para el paciente es inaceptablemente baja (futilidad cualitativa). 9,10 Algunos han propuesto que los médicos tienen autoridad sobre lo primero (como responsables de la toma de decisiones médicas), y los pacientes y las familias sobre lo segundo (basándose en sus valores).11 Aunque se ha cuestionado esta dicotomía, dado que las decisiones médicas implican necesariamente juicios de valor,12,13 en general se acepta que un juicio médico de que el tratamiento es probablemente fútil es un punto de partida necesario para debatir el valor de continuar el tratamiento. Otro problema es que los avances de la medicina hacen que la futilidad sea un objetivo móvil; los nuevos dispositivos, procedimientos y medicamentos pueden prolongar la vida antes de que se hayan establecido las pruebas de su eficacia.5,14

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La Vida Bendita – Semana 1

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Aunque oiga a sus colegas referirse a determinados casos o intervenciones como “fútiles”, no siempre se aprecia el significado técnico y el peso moral de este término. Como usted tomará decisiones clínicas utilizando la futilidad como criterio, es importante tener claro el significado del concepto. (Para un análisis relacionado, véase Órdenes de no resucitar).

La futilidad no se aplica a los tratamientos de forma global, a un paciente o a una situación médica general. En cambio, se refiere a una intervención concreta en un momento determinado, para un paciente específico. Por ejemplo, en lugar de afirmar: “Es inútil seguir tratando a este paciente”, se diría: “La reanimación cardiopulmonar sería médicamente inútil para este paciente”.

El objetivo de la medicina es ayudar a los enfermos. Los médicos no tienen la obligación de ofrecer tratamientos que no beneficien a los pacientes. Las intervenciones fútiles pueden aumentar el dolor y la incomodidad del paciente en los últimos días y semanas de su vida; dar al paciente y a su familia falsas esperanzas; retrasar los cuidados paliativos y de confort; y gastar recursos médicos limitados. Sin embargo, determinar qué intervenciones son beneficiosas para un paciente puede ser difícil, ya que el paciente o su sustituto pueden ver una intervención como beneficiosa mientras que el médico no. Los médicos deben seguir las normas profesionales y deben considerar los estudios empíricos y su propia experiencia clínica al hacer juicios de futilidad. También deben mostrar sensibilidad hacia los pacientes y las familias al tomar la decisión de retener o retirar las intervenciones fútiles.

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Significado de fútil

Fomentar un nivel saludable de ambición no es fácil, y en medio de tanta incertidumbre, puede parecer una baja prioridad. Pero el hecho de que se haya pulsado el “botón de pausa” -como ha ocurrido en la mayor parte de nuestras vidas- hace que este sea un momento maravilloso para dar un paso atrás y reflexionar sobre nuestras aspiraciones profesionales. Se puede alcanzar un grado saludable de ambición utilizando este marco, que estructura la ambición en tres dimensiones: rendimiento, crecimiento y logro. Tus deseos innatos de rendir al máximo, de crecer y mejorar, y de obtener recompensas por tus esfuerzos, reflejan tu identidad única. Sólo tienes que encontrar un equilibrio saludable entre ellos.

Hace años, facilitaba el comité de sucesión de un consejo de administración para seleccionar al próximo director general de la empresa. La lista se reducía a dos candidatos, cada uno de los cuales tenía puntos fuertes y limitaciones únicas. La presidenta del comité hizo una observación fascinante sobre ellos: “Uno es demasiado ambicioso y el otro no lo suficiente”. Cuando indagué para entender mejor sus preocupaciones, describió una serie de rasgos que abarcaban el grado de interés propio, la orientación al logro, la conciencia de sí mismo y la preocupación por los demás de cada candidato. En resumen, el candidato etiquetado como “demasiado ambicioso” había sido excesivamente asertivo en cuanto al crecimiento financiero de la empresa y el candidato etiquetado como “poco ambicioso” había hablado demasiado de sus intereses familiares y personales.

Ayuntamiento de Omaha 9.29.2020 – Allie French

Como uno de los temas de investigación más prometedores de la psicología industrial y organizativa, el sentido del trabajo está captando cada vez más la atención académica de los investigadores en los últimos años. Aunque la definición exacta de trabajo significativo sigue siendo objeto de debate, nadie negará el hecho de que se ha convertido en una de las características más fundamentales en el lugar de trabajo. Los resultados del clásico “experimento Lego” ilustran bien la importancia del sentido del trabajo. A pesar de que la estructura salarial y la tarea experimental eran idénticas en ambas condiciones, cuando el experimentador desmontaba cada modelo de Lego de Bionicle recién montado en piezas delante de los sujetos experimentales, la tarea de montaje se volvía inmediatamente inútil. Como resultado, estos sujetos redujeron significativamente su oferta de trabajo y ensamblaron menos modelos en comparación con sus homólogos en la condición de control, que podían observar la acumulación de los modelos que ensamblaban (Ariely y Kamenica, 2008).