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Pensaba que “Soy leyenda” estaba en lo más alto de mi lista de películas navideñas, pero entonces leí sobre “El enemigo de mi enemigo”, un nuevo documental de Kevin Macdonald que explora la posibilidad de que la captura y posterior asesinato del Che Guevara en Bolivia fuera orquestada por… Klaus Barbie:
Guevara fue el guerrillero marxista que ayudó a Fidel Castro a tomar el poder en Cuba. Barbie fue el jefe de la Gestapo en Lyon cuyos crímenes incluyeron el asesinato de 44 niños judíos, sacados de un orfanato y enviados a Auschwitz. Improbablemente, los caminos de estos hombres se cruzaron en Bolivia. My Enemy’s Enemy, un documental dirigido por Macdonald, cuyas películas anteriores incluyen Touching the Void y The Last King of Scotland, examina cómo el historial de Barbie fue ignorado cuando fue reclutado por la inteligencia estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial como una herramienta útil contra el comunismo. Evadió la justicia francesa huyendo a Bolivia donde, viviendo bajo el alias de Klaus Altmann, fue acogido por simpatizantes fascistas. Mientras tanto, en 1966 un Guevara disfrazado llegó a Bolivia para organizar el derrocamiento de su dictadura militar.
Tom Clancy’s Ghost Recon Wildlands: Operación Especial 4
En 2019, Bolivia vivió una de sus crisis políticas más turbulentas de los últimos tiempos. La OEA acusó al gobierno de cometer fraude electoral para asegurar a Evo Morales un polémico cuarto mandato. Uno de los principales reclamos de la OEA fue que había habido un “cambio drástico y difícil de explicar en la tendencia de los resultados preliminares revelados después del cierre de las urnas”. Varios estudios electorales, incluido uno ampliamente difundido publicado recientemente en SSRN y presentado en el New York Times (Idobro et. al.), han criticado el hallazgo estadístico de la OEA, afirmando que pueden “ofrecer una interpretación diferente de la evidencia cuantitativa que llevó a la OEA y a otros investigadores a cuestionar la integridad de las elecciones bolivianas”.
Esto ha llevado a muchos a reflexionar sobre la mejor manera de explicar lo sucedido. Los cambios en el panorama político fueron drásticos. La acusación de la OEA acabó con la destitución de Morales, un socialista antiimperialista y el primer presidente indígena de la historia de Bolivia. Fue sustituido por un gobierno interino blanco, conservador y antiindígena no elegido. El análisis estadístico de la OEA fue una parte clave de esta historia; su deficiencia es un grave golpe a la credibilidad de la OEA, incluso si se confirman las restantes acusaciones no analizadas por Idobro et. al. – “servidores secretos, hojas de recuento falsificadas, modificaciones de software no reveladas a última hora y una frágil cadena de custodia de los padrones electorales y las papeletas”.
Representante en Bolivia de ILBPA
Activistas gritan consignas y sostienen carteles que dicen en español “Basta de violencia contra las mujeres” durante una marcha contra la violencia de género en La Paz, el 19 de octubre de 2016. En toda América Latina se realizaron protestas similares después de que una joven de 16 años fuera drogada, violada, torturada y asesinada en Argentina.
La impunidad de los delitos violentos y las violaciones de los derechos humanos sigue siendo un grave problema en Bolivia. El gobierno del presidente Evo Morales ha creado un entorno hostil para los defensores de los derechos humanos que socava su capacidad de trabajar de forma independiente.
Bolivia sólo ha procesado a unos pocos funcionarios responsables de violaciones de derechos humanos cometidas bajo los gobiernos autoritarios de 1964 a 1982, en parte porque las fuerzas armadas se han negado en ocasiones a proporcionar información a las autoridades judiciales sobre el destino de las personas asesinadas o desaparecidas por la fuerza. A pesar de sus reiterados compromisos de hacerlo, el gobierno boliviano aún no ha creado una comisión de la verdad para llevar a cabo investigaciones independientes sobre los abusos cometidos durante ese periodo.
Pasos para elegir un candidato – Voto Estudiantil
Nikolaus Barbie (25 de octubre de 1913 – 25 de septiembre de 1991) fue un agente alemán de las SS y el SD que trabajó en la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Se le conoció como el “Carnicero de Lyon” por haber torturado personalmente a prisioneros -principalmente judíos y miembros de la Resistencia francesa- como jefe de la Gestapo en Lyon. Después de la guerra, los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que le emplearon por sus esfuerzos antimarxistas, le ayudaron a escapar a Bolivia, donde asesoró al régimen sobre cómo reprimir a la oposición mediante la tortura[2].
El Servicio de Inteligencia de Alemania Occidental lo reclutó posteriormente. Se sospecha que Barbie tuvo un papel en el golpe de Estado boliviano orquestado por Luis García Meza en 1980. Tras la caída de la dictadura, Barbie dejó de contar con la protección del gobierno de La Paz. En 1983 fue extraditado a Francia, donde fue declarado culpable de crímenes contra la humanidad y condenado a cadena perpetua. Aunque ya había sido condenado a muerte en ausencia en dos ocasiones anteriores, en 1947 y 1954, la pena capital había sido abolida en Francia en 1981. Barbie murió de cáncer en la cárcel en 1991, a los 77 años.