La causalidad de Kant
David Hume acuñó un punto de vista escéptico y reduccionista sobre la causalidad que inspiró la definición lógico-positivista de ley empírica que “es una regularidad o generalización universal de la forma ‘Todas las C son Es’ o, siempre que C, entonces E”[1] El filósofo y economista escocés creía que la mente humana no está dotada de la capacidad a priori de observar relaciones causales. Lo que se puede experimentar es un acontecimiento que sigue a otro. El enfoque reduccionista de la causalidad puede ejemplificarse con el caso de dos bolas de billar: una bola se mueve, golpea a otra y se detiene, y la segunda se mueve.
Podemos definir una CAUSA como un objeto precedente y contiguo a otro, y en el que todos los objetos que se asemejan al primero se colocan en relaciones similares de precedencia y contigüidad a los objetos que se asemejan al segundo.
Una CAUSA es un objeto precedente y contiguo a otro, y tan unido a él, que la idea del uno determina la mente para formar la idea del otro, y la impresión del uno para formar una idea más viva del otro. [2]
Filosofía de la causalidad
En su innovador Tratado de la Naturaleza Humana (1739-1740), David Hume hizo posible la búsqueda científica de las causas, liberando el concepto de causalidad de las cadenas metafísicas que sus predecesores habían utilizado para fijarlo. Para Hume, la causalidad, tal y como se da en el mundo, es una sucesión regular de tipos de acontecimientos: una cosa sigue invariablemente a otra. Su famosa primera definición de causalidad es la siguiente: “Podemos definir una CAUSA como ‘Un objeto precedente y contiguo a otro, y donde todos los objetos que se asemejan al primero están colocados en relaciones similares de precedencia y contigüidad con aquellos objetos que se asemejan al último'”. (ed. de 1978, p. 170).
Sin embargo, Hume se enfrentó a un rompecabezas. Según su teoría empirista de las ideas, no hay ideas en la mente a menos que haya habido impresiones previas (percepciones). Sin embargo, reconoció que el concepto de causalidad implicaba la idea de conexión necesaria. ¿De dónde viene esta idea, si no hay percepción de necesidad en las secuencias causales? Hume argumentó que la fuente de esta idea es la percepción de “una nueva relación
Kant vs hume
En su innovador Tratado de la Naturaleza Humana (1739-1740), David Hume hizo posible la búsqueda científica de las causas, liberando el concepto de causalidad de las cadenas metafísicas que sus predecesores habían utilizado para fijarlo. Para Hume, la causalidad, tal y como se da en el mundo, es una sucesión regular de tipos de acontecimientos: una cosa sigue invariablemente a otra. Su famosa primera definición de causalidad es la siguiente: “Podemos definir una CAUSA como ‘Un objeto precedente y contiguo a otro, y donde todos los objetos que se asemejan al primero están colocados en relaciones similares de precedencia y contigüidad con aquellos objetos que se asemejan al último'”. (ed. de 1978, p. 170).
Sin embargo, Hume se enfrentó a un rompecabezas. Según su teoría empirista de las ideas, no hay ideas en la mente a menos que haya habido impresiones previas (percepciones). Sin embargo, reconoció que el concepto de causalidad implicaba la idea de conexión necesaria. ¿De dónde viene esta idea, si no hay percepción de necesidad en las secuencias causales? Hume argumentó que la fuente de esta idea es la percepción de “una nueva relación
Hume kant
David Hume (1711-1776) es uno de los empiristas británicos de la primera época moderna, junto con John Locke y George Berkeley. Aunque los tres defienden normas empíricas similares para el conocimiento, es decir, que no hay ideas innatas y que todo el conocimiento procede de la experiencia, Hume es conocido por aplicar esta norma con rigor a la causalidad y la necesidad. En lugar de dar por sentada la noción de causalidad, Hume nos desafía a considerar lo que la experiencia nos permite saber sobre la causa y el efecto.
Hume muestra que la experiencia no nos dice mucho. De dos eventos, A y B, decimos que A causa B cuando los dos ocurren siempre juntos, es decir, están constantemente unidos. Siempre que encontramos A, encontramos también B, y tenemos la certeza de que esta conjunción seguirá ocurriendo. Una vez que nos damos cuenta de que “A debe provocar B” equivale simplemente a “Debido a su constante conjunción, estamos psicológicamente seguros de que B seguirá a A”, entonces nos quedamos con una noción muy débil de necesidad. Esta tenue comprensión de la eficacia causal ayuda a dar lugar al Problema de la Inducción: que no estamos razonablemente justificados para hacer cualquier inferencia inductiva sobre el mundo. Entre los estudiosos de Hume se discute la seriedad con la que Hume quiere que nos tomemos esta conclusión y si la causalidad consiste enteramente en una conjunción constante.